Civilización y Barbarie

He vuelto a los ruedos, tenia ganas de escribir esto hace un par de semanas, pero por motivos varios no pude. Hoy les traigo la primer parte de todo el artículo, esta vez decidí volver al viejo formato en donde publicaba todo el texto en varias partes así resultaba mas llevadera la lectura. Lo que van a leer es una critica social, no una verdad absoluta, ni un canto libertario, es mi forma de ver las cosas, como siempre les digo, si quieren tomenlo, y si no, mala suerte.

Introduccion

Debo reconocer que estoy un poco enojado, pero más que enojado, decepcionado de mucha gente que creía que tenía la cabeza un poquito más abierta, y es por eso que decidí escribir este artículo en parte a modo de descarga, en parte a modo de “mataburros”. En anteriores oportunidades escribí sobre el problema que representa la pobreza en argentina en la nota “La puta que los Carrió” y de cómo funciona la distribución de la riqueza a través de los planes sociales en “Tengo un Plan”, pero al parecer no es suficiente el explicar cómo se generó la pobreza y que es lo que se está haciendo para reducirla. Quizá sobreestimé a la clase Media Argentina. Últimamente estoy notando conductas típicas de la clase alta, que como todos sabemos siempre fue snobista y clasista, entre personas que no pertenecen a este estrato social. El gran logro de los poderes económicos y políticos golpistas argentinos no fue llenarse de guita los bolsillos, no fue conseguir poder, sino fue hacer que la clase media pierda su conciencia de clase y dejar a las clases bajas sin espíritu de lucha, en otras palabras, hicieron que los pobres se resignaran a ser pobres e ilusionaron a las “familias tipo” con la idea de que podrían pertenecer al elevado circulo que toma café en las cañitas, siempre y cuando dejen de lado a los “negros”.

“Tilingos” diría el gran maestro Arturo Jauretche, y ya que estamos, si se me permite, voy a evocarlo en este texto. Don Arturo ya había notado este fenómeno racista y clasista infundado y logro identificarlo en la Zoncera Madre (Manual de Zonceras Argentinas, 1968), “Civilización y Barbarie”. Para aquellos que no tuvieron el placer de leer esta obra, les explico un poco. Una Zoncera es una falacia, una mentira, un engaño, es un pensamiento “popular” generado por vaya saber quién (o en algunos casos sabemos quienes, el poder establecido) que parece lógico, que parece cierto, pero que en realidad no lo es. Una Zoncera es lo que nos hicieron creer durante años, que repetimos sin pensar y que tomamos por cierto, pero en el momento que nos podemos a reflexionar unos minutos, a revisar la historia, a ver la realidad nos damos cuenta que compramos un buzón, que somos unos zonzos repitiendo zonceras.

La Madre que las parió a todas es la de “Civilización y Barbarie”, la cual toma su nombre de una de las obras de Domingo Faustino Sarmiento, si, el supuesto Padre del Aula, el alumno perfecto, un gran prócer argentino, otra gran zoncera, la historia oficial, pero no será analizada en esta ocasión ya que no viene al caso, pero en algún momento, en otro artículo lo haré. Desentrañando esta zoncera Don Arturo muestra como se le hizo creer al pueblo argentino, especialmente al porteño, que el país está dividido en dos “especies”, los civilizados representantes de la cultura europea y los barbaros representantes de los incultos autóctonos. Esta división únicamente responde a una cuestión ideológica y racial. Los negros, los mulatos, los mestizos, los aborígenes, los gauchos, no son más que mulas de trabajo, no piensan, no sienten, no producen arte, no tienen habilidad para los negocios; son los europeos, blancos, burgueses, católicos educados aquellos que tienen la llave del progreso, ¡bah! Ellos tienen el capital, ellos tienen la plata, ellos deciden.

Esto de que lo Europeo es bueno y lo propio es malo, es una herencia colonialista española, los blancos siempre gobernaron estas tierras, hubo poco mestizaje en comparación con el resto de América Latina, el mestizaje era algo MUY mal visto, había que mantener pura la raza. Se construyo una Nueva Europa con sede en Buenos Aires, si prestan atención, no hay mucha diferencia entre las ciudades europeas y la capital de nuestro país. Hasta en la Constitución se impulsaba a traer europeos para poblar el país (Art. 25.- El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes.) y no se hacía esto porque faltara gente para trabajar o para poblar, sino porque lo que se quería eran blancos europeos, (lo repito hasta el hartazgo para que vean donde está el origen de la discriminación) tranquilamente podrían haber promovido las migraciones internas dentro de Latinoamérica, hasta hubiese sido más barato y rápido, pero no, el racismo puede más.

Resumiendo un poco, y para ir cerrando esta introducción, Argentina es un país que quiso ser la Europa del Atlántico Sur, tenemos un idioma europeo, arquitectura europea, religión europea, educación europea, pero no somos Europa, nunca vamos a ser Europa y Europa nunca nos va a aceptar como Europeos. ¡Somos Latinoamericanos! Deberíamos estar honrados de eso, somos de una tierra rica en culturas, en ciencias, en sabores, en aromas, en gentes, en historias, en filosofías. No tenemos que ser un país que quiere imitar a Europa, hay que darse cuenta que Europa debería imitarnos a nosotros.

Acá es cuando empieza la zoncera a la que quiero dedicarme, seguramente muchos de los que leen esto (aunque se que mis lectores “fieles” no piensan así, pero se lo harán leer a otros que sí) estarán diciendo con el ceño fruncido “¿Por qué Europa querría ser un montón de mierda llena de negros vividores que no quieren trabajar?”. Esa visión utópica que tiene el porteño tilingo de la Uropa, que es la panacea donde todos son cordiales, educados, trabajadores, sanos y con un buen pasar. Nada más alejado de la realidad, solo hace falta ver las noticias para ver como es la situación actual. Para hacer un poco de historia, la crisis del ’30 sumió a los países europeos en una pobreza muy pocas veces vista, la gente comía ratas para sobrevivir, el dinero no valía ni el papel donde se imprimía, eso genero movimientos nacionalistas (nazismo y fascismo) que comenzaron guerras que destruyeron el continente, ahora, no solo había pobreza, sino que faltaban hombres que trabajen y techos donde vivir, pero ayuda del Tio Sam mediante, pudieron resurgir en un veranito económico, que duro hasta estos tiempos. Lo que no se contó es que todo era un castillo de cartas el cual se iba a desmoronar con el primer vientito que pasara por ahí, y se desmoronó. Gracias a las especulaciones financieras, fondos buitres (y un golpe económico hacia el Euro por parte de la Reserva Federal Norteamericana), son muy pocos los países que no se ven al borde del default con millones de desempleados, todos los días la gente es desalojada de sus casas, otra vez hay movimientos nacionalistas levantándose en contra de inmigrantes, y otra vez hay nativos escapando a hacerse la América porque no hay futuro en su tierra natal. ¿De verdad queremos esto?, ¿De verdad queremos una identidad prestada que nos lleve a repetidas crisis y malestares?, ¿No será mejor amigarnos con nuestra gente, con la cultura originaria? No voy a expandirme en esto, porque ya hable en un posteo pasado sobre lo que es el ser nacional y porque deberíamos amigarnos con él en la nota “El Ser Nacional”.

Hasta aquí la primer parte, espero que les haga reflexionar un poco, así en la segunda van a poder estar un poco más avispados para poder sacar sus propias conclusiones.



Les he dicho todo esto

pero pienso que pa’ nada

porque a la gente azonzada

no la curan con consejos

cuando se muere el zonzo viejo

Queda la zonza preñada


Arturo Jauretche